Imagina por un momento una situación común: un matrimonio con hijos. Uno de los cónyuges fallece, dejando bienes valorados en 300.000 euros. Si no se ha hecho un testamento, la ley, a través de lo que se conoce como el «derecho de sucesión», es quien decidirá cómo se distribuye ese patrimonio.
¿Qué pasaría en este caso? La pareja viuda, por ejemplo, si tiene unos 60 años de edad, solo recibirá el usufructo de la herencia, lo que se valoraría en unos 30.000 euros. Esto significa que podrá disfrutar de los bienes durante su vida, pero no podrá disponer de ellos de forma libre ni venderlos sin la autorización de los herederos.
En lugar de solo recibir el usufructo de unos pocos bienes, el cónyuge superviviente podría haber heredado el usufructo de todos los bienes del fallecido, además de una tercera parte de la herencia. Esto se traduce en unos 100.000 euros, lo cual mejora significativamente la situación económica de la pareja viuda.
Además de la cuestión económica, hacer testamento te da el control total sobre lo que ocurre con tu legado. Puedes decidir no solo a quién dejar tus bienes, sino también cómo y en qué proporción. Esto puede evitar conflictos familiares, malentendidos o decisiones que no reflejen realmente tus deseos.
Tienes el derecho y la responsabilidad de planificar tu futuro y el de tu familia. Un testamento no solo es una herramienta legal, sino también una forma de asegurar que lo que dejas atrás se distribuya de acuerdo con tus valores y deseos, protegiendo a quienes más quieres.
Si todavía no lo has hecho, te invito a que tomes unos minutos para pensar en ello. Hablar con un abogado especializado te permitirá entender mejor cómo hacer que tu herencia se ajuste a lo que realmente deseas.
Haz testamento hoy mismo y asegúrate de que tu legado sea tu decisión, no la decisión de la ley.
